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lunes, 21 de diciembre de 2015

TIBOR DERY

O un humanismo revolucionario
Benito Milla
De: Espoir : Organe de la VIª Union régionale de la C.N.T.F. Num. 2, 14 janvier 1962

Coincidiendo con un nuevo aniversario de la revolución húngara de 1956, la Editorial Proyección acaba de publicar Niki o la historia de un perro, de Tibor Déry. Este es uno de los mejores escritores de la Hungría contemporánea y al mismo tiempo uno de los que ocuparon un lugar muy importante en el desarrollo de la insurrección popular desde el lado de los intelectuales.
Nacido en el seno de una familia burguesa hacia fines del siglo pasado, sobrevivió a algunas largas enfermedades infantiles y terminó sus estudios en Suiza, recorriendo Europa después, ya enteramente dedicado a la literatura. Desde el comienzo de su carrera y en plena juventud adhiere al Partido comunista. Con Lukacs y algunos otros es uno de los primeros intelectuales húngaros que adhirieron a la política comunista desde los tiempos heroicos de la clandestinidad. Conoció entonces el exilio y la prisión bajo el régimen de Horthy.
Sus obras mayores pertenecen al período de su madurez. Sólo después de la segunda guerra, Déry publica una obra voluminosa, La frase inacabada, saludada por Lukacs como una de las grandes novelas de este siglo. Para entonces, su popularidad es ya enorme en su país y su influencia entre los estudiantes y los intelectuales del Partido es notable. Pero al mismo tiempo empiezan a formularse contra él, por parte de los elementos más políticos, las primeras críticas. Todo lo que sucedió después, vino a confirmar su indiferencia hacia estos críticos, cuya peligrosidad no podía desconocer.
Un repaso sumario a la biografía de Déry, indica en él una independencia de carácter, incompatible con el criterio burocrático de la política y de la literatura. De ahí que el hombre que había servido fielmente al Partido clandestino, empezara a tener tropiezos con el Partido en el poder. Las cosas cambiaban para mal.
La segunda obra de Déry, La Respuesta, que empieza a publicarse en los años de auge comunista, aspira a ser un enorme fresco de la vida húngara contemporánea. El protagonista es un muchacho obrero que empieza a actuar hacia 1930. A través de él, se ve y se enjuicia el desarrollo social y político de Hungría. Dicha obra, que debía contar con cuatro o cinco volúmenes, tenía que relatar minuciosamente todo el proceso de los años más álgidos de la vida europea. La reacción que el primer volumen suscitó en los medios oficiales del Partido fue tan violenta, que la publicación de la obra quedó trunca, probablemente para siempre.
En La Respuesta, Déry tenía la intención de llevar las premisas del realismo hasta sus últimas consecuencias. Para ello, no podía pasar por alto los años de la ocupación soviética y principalmente el momento en el que las tropas de Stalin se vuelcan sobre Hungría. En una entrevista con Tibor Meray, entonces redactor de la revista literaria Csillag, le decía: «Claro que hablaré también de nuestra liberación. Es sobre todo de esa etapa de la que hablaré en mi novela, aunque ya sé que entonces centenares, miles de mujeres fueron violadas... Si pasara ese hecho en silencio, sería culpable de una omisión que pesaría sobre toda la obra, despojándola de su autenticidad».

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El primer tomo de La Respuesta promovió críticas severísimas contra Déry: desviacionismo, tendencias antipartido, prejuicios burgueses de orden moral. El gran inquisidor de la cultura húngara en aquel entonces, Jozsef Révai, ministro de cultura popular, escribió contra él: «este autor, a pesar de ser miembro del Partido, mantiene ciertas reservas aristocráticas... Durante la discusión que ha seguido a la publicación de La Respuesta ha declarado que «el escritor se esfuerza por defender el derecho que tiene de escribir lo que quiera». Pero entre nosotros el escritor no tiene ese derecho. Es decir, no tiene el derecho a la verdad si ésta no coincide con los intereses del partido.
Déry, espíritu independiente, fervoroso antiestalinista y escritor inmensamente influyente en la Asociación de Escritores y en el Círculo Pëtoffi, sigue defendiendo, contra ese criterio sectario y restrictivo, el derecho a la libertad de creación, a la libertad de expresión, a la libertad simplemente. En la famosa reunión del Círculo Pëtoffi del 27 de junio, ante seis mil personas, Déry vuelve a la carga contra los burócratas en un discurso que debía valerle, pocos días más tarde, la exclusión del Partido. Dice en su discurso: «Desde 1948 hasta estos últimos tiempos, la tendencia predominante en este país ha sido la de ocultar la verdad... Mientras sigamos dirigiendo nuestra crítica contra las personas, sin preguntamos si los errores no provienen del sistema y de su ideología, sólo podremos cambiar un mal contra otro mal menor... En nuestro régimen socialista no solamente debemos buscar los defectos que permiten a los dirigentes abusar del poder, sino también aquellos que nos vuelven incapaces de humanidad hacia nosotros y hacia los demás».
El día 30 de junio, Déry era expulsado del Partido por el Comité Central. La Célula comunista de la Asociación de Escritores se había negado a formular la expulsión. Pero inmediatamente se desató una ola de protestas en los medios intelectuales contra esta medida, mientras se acercaba la hora dramática de la insurrección, a la que, según Les Temps Modernes, este asunto contribuyó en gran parte.
Después Déry integró, con el compositor Zoltan Kodály y otras personalidades representativas, el Consejo revolucionario de los intelectuales.

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Debajo de una historia simple y humana Niki o la historia de un perro es una novela en la que laten una emoción y una sensibilidad profundamente depuradas por la experiencia. El tema es el de las relaciones cada vez más intensas y complejas entre una perra — Niki — y sus nuevos amos, el ingeniero Ancsa y su mujer.
La historia empieza en 1948, año en el cual los comunistas húngaros parten decididamente hacia la conquista total del poder, compartido hasta ese entonces con otros sectores políticos. Es, pues, el año que inaugura, para Hungría, él nuevo tiempo. Cuando Niki conoce a los que luego van a ser sus amos, 'ha comenzado la depuración en el Partido socialista, las empresas de más de cien obreros son nacionalizadas, el Partido comunista se anexa al socialista después de la «depuración» y, finalmente, tras una dura persecución contra los grupos liberales y los pequeños propietarios, el cardenal Midszenty es encarcelado. Una frase de Déry en esta novela definiría a la perfección ese movimiento de la historia político-social de Hungría; «Cada uno construye como puede su infierno o su paraíso». Era su infierno el que los húngaros, sin saberlo, estaban ayudando a construir.
Aunque la novela de Déry a que nos estamos refiriendo se consagra principalmente a describir las derivaciones emocionales que las relaciones entre Niki y el matrimonio Ancsa producían, siguiendo el hilo del relato se puede apreciar toda una visión subjetiva de la vida de Budapest en la época estalinista y, en un plano más profundo, las experiencias del propio autor sobre la vida en general. Por eso interpola constantemente en el texto de la novela expresiones que ofician como signos intencionales, como claves para posibilitar un entendimiento secreto entre el autor y su público. Por ejemplo, ¿cómo no descubrir una denuncia del celo sectario del partido en esta frase?: «La pureza moral llevada hasta una minucia cruel, puede provocar una actitud inhumana opuesta a la corriente de la vida».
Contra esa actitud inhumana, paradójicamente, se afirma la relación entre Niki y sus amos, defendiéndolos contra la sequedad en base a una correspondencia de afectos puros y desinteresados en contraste con el mundo inmediato. Porque si bien Ancsa y su mujer son miembros del Partido, insospechables hasta cierto punto de ninguna actividad contraria a los intereses políticos del mismo, no han maleado su espíritu en el oportunismo. Son dos seres algo primarios y derechos, con nociones claras del deber, que hasta aceptan con benevolencia a pesar de las privaciones a que la nueva situación los somete. Creen en el futuro, ya que en el presente es difícil creer. Hasta que de repente ese sistema simple de creencias se derrumba. El ingeniero, promovido a director de fábrica, castiga a un burócrata convicto de malversaciones. Pero éste es influyente en las «altas esferas» y Ancsa cae en desgracia, tornándose «retraído y taciturno como la imagen del país».
En la medida en que la soledad y el desaliento van ganando el espíritu del ingeniero, sus relaciones con Niki se van volviendo patéticas. En el relato se insinúa una como premonición de las desgracias que acechan. Hasta que el ingeniero, sin que se sepa cómo ni por qué, es detenido y desaparece, mientras Niki espera cada tarde, junto a la mujer desolada, la improbable llegada del amo. En esa fidelidad que comparten, el animal y la mujer envejecen juntos en medio de las mismas privaciones, la misma incomprensión, las mismas irrisorias asechanzas, la misma ausencia de libertad: ella encerrada en un país, de la misma manera que Niki había visto reducido su mundo, al faltar el ingeniero, a un rincón de apartamento ciudadano. Ambas han perdido más o menos conscientemente el gusto de la vida, raídas sus almas —¿tienen alma los perros?— por la falta de estímulos para vivir mejor. Y es en ese silencio espeso y duro que rodea a los hombres bajo las dictaduras, que se extingue la vida de Niki, precisamente la noche en que su amo vuelve al hogar después de cinco años de prisión. A las preguntas de su mujer, no puede responder nada: ninguna explicación le dieron al detenerle, ninguna explicación le han dado al soltarlo. La vida va a recomenzar, pero, ¿cómo? Tal vez la respuesta estaba en el triunfo al que aspiraban los revolucionarios de 1956. Pero el silencio sigue.
Sobre Benito Milla ver:
http://puertoreal.cnt.es/bilbiografias-anarquistas/2497-benito-milla-navarro-editor-anarquista.html

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